La octava sesión del programa de liderazgo humanista de la Fundación Pablo VI y la Fundación Conexus tocó distintas temáticas. La primera ponencia versó sobre las relaciones laborales entre empresarios y trabajadores. Cándido Méndez, ex secretario general de UGT, reflexionó sobre la creación de una nueva conciencia social. La clase fue una conversación abierta sobre temas profundos y de gran actualidad como la reducción de jornada, la mejora de la productividad, el futuro de las pensiones o la necesidad de cambiar la estructura productiva. “Mi conclusión es muy esperanzadora, veo que en la clase hay un plantel de hombres y mujeres bien cualificados que están dispuestos a construir un futuro mejor para ellos, para sus familias y para la sociedad española”, aseguró Méndez.
Cómo gestionar las corporaciones de forma transparente
Luis López Tamames, exsecretario del Consejo de innovación y Buen Gobierno, habló sobre cómo gestionar las corporaciones de forma transparente y responsable para conseguir un objetivo fundamental, que haya un crecimiento rentable, sostenible e impactante para la sociedad y para todas las personas que estén alrededor de la empresa; empleados, inversores y accionistas. Para que una corporación esté bien gobernada hacen falta líderes humanistas. Aquel que busca la participación de las personas, siendo una referencia responsable y una persona transparente. “Creo que la juventud de ahora está muy formada, con mucha capacidad de cambiar cosas. Necesitamos que los jóvenes sean personas que vean este liderazgo necesario para cambiar la sociedad actual”, reflexionó Tamames.
Modelos de desarrollo, consumo y sociedad de bienestar
Carmen Valor, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (ICADE), en la Universidad Pontificia de Comillas, explicó en su ponencia cuáles son las bases antropológicas e ideológicas del modelo económico que tenemos en la actualidad y qué problemas tiene, qué cambios se están produciendo y si son suficientes o no. El sistema actual se basa en el concepto de persona individual, inmoral, orientada a su propia satisfacción y en un modelo de producción lineal y donde el poder se concentra en unos grupos y se diluye a nivel global, lo que hace más difícil cambiarlo porque los centros de responsabilidad no están tan claros. “El que tenga la solución a esto ganaría el Premio Nobel de Economía”, bromeó Carmen Valor. “La solución pasa por cambiar esas bases antropológica, esa visión de la persona y pensar la economía desde otro centro, desde el para quién y para qué”, concluyó.