Síntesis de la sesión del 8 de febrero de 2024
La segunda sesión del seminario permanente de la Fundación Pablo VI ha tenido lugar el 8 de febrero de 2024. Continuando la fase de introducción, la reflexión del Comité de expertos ha abordado el peso respectivo de los ideales europeístas y de las necesidades de la competencia geopolítica en los procesos de decisión de la Unión Europea. La ponencia presentada por Ignasi Guardans, ex diputado del Parlamento catalán, de las Cortes Generales y del Parlamento Europeo y actualmente profesor de la Escuela Superior de Estudios Políticos SciencesPo en París, ha sido comentada por el distinguido periodista económico Mariano Guindal, antes de dar lugar al debate entre los miembros del seminario.
Para el ponente Ignasi Guardans, la Unión Europa (en adelante, UE) tiene una parte de mito y una parte de realidad. Los críticos a menudo denuncian algo que no es la Europa real, sino una de sus imágenes míticas. En realidad, la UE es una construcción original con extraordinarias realizaciones en su haber, que a menudo se dan por descontadas. Es bueno mantener un horizonte utópico, que puede ser movilizador, pero en los hechos las instituciones se encarnan en personas, cada una con su historia, su geografía y su agenda política. Las preferencias políticas y geográficas de los líderes influyen de forma decisiva, si bien convergen en todo momento en las concesiones recíprocas propias del espíritu de coalición. Desde la obra de Jacques Delors hasta la actual Comisión Europea, se confirma el refrán: No policy without politics. La política está presente en todo momento en el ecosistema europeo; este se modifica continuamente, como ha ocurrido recientemente con el cambio de mayoría en el gobierno polaco. Intervienen una multitud de actores legítimos (como son, entre otros, los propios gobiernos de los Estados miembros), y también actores sin legitimidad institucional, pero con peso real, como indica la proliferación de lobbies, o más recientemente algunas empresas globales, como las plataformas digitales, que parecen tener más peso que algunos estados. En Europa se confirma que gobernar no es solo legislar: por ejemplo, en la pandemia, la Comisión se inventó eficazmente un papel decisivo de central de compras de vacunas y organizadora del pasaporte sanitario, en un ámbito en el que no tiene competencias específicas. El peso de las decisiones europeas no sólo es ad intra; tratándose de un mercado de grandes dimensiones, influye significativamente en terceros países también (Brussels Effect, o sanciones comerciales).
Europa se enfrenta hoy a retos distintos. En primer lugar, los retos geopolíticos próximos: los que plantean los países vecinos –Rusia, Turquía o Marruecos–, de los que a veces conviene recordar que “no se irán” de donde están. La ampliación a los países balcánicos, las demandas de países cercanos desde Ucrania a Armenia son también preguntas inescapables. En segundo lugar, a la UE se le presentan otros desafíos geopolíticos remotos, como las relaciones con China y Oriente Próximo que imponen atención inmediata. Desgraciadamente América Latina y África no suelen aparecer entre esas prioridades más urgentes. En Todo ello Europa debe confrontarlo con el reto de un sistema de orden mundial multilateral que se está extinguiendo. El paulatino deterioro de las organizaciones del sistema de Naciones Unidas plantea nuevas y graves dificultades, por más que la UE, de puertas adentro, represente una realidad transnacional de otro orden que permite respuestas incomparablemente más eficaces.
Ignasi Guardans
La capacidad reguladora europea presenta éxitos espectaculares, a pesar de que su elaboración se alargue necesariamente en el tiempo, al exigir amplios consensos. La UE se enfrenta también a retos de gran complejidad: el demográfico (propio y ajeno), el ambiental y climático, el tecnológico y social. En el ámbito de la tecnología, Europa ejerce su poder regulatorio principalmente sobre actores ajenos. Es necesario reflexionar sobre el por qué Europa no tiene un sector productivo digital de primera línea: ¿fragmentación del mercado? ¿falta de movilidad geográfica de las personas? ¿falta de ayudas públicas? De todos modos, incluso en este ámbito no se puede ignorar el liderazgo europeo en algunos campos muy específicos, como la radionavegación y posicionamiento por satélite (Galileo) o la construcción aeronáutica. Los retos con los que se debe enfrentar la UE son en parte retos mundiales; pero otros son de su propia creación.
En definitiva, las instituciones europeas constituyen una red institucional básica de gran solidez, capaz de superar los retos con éxito. Sus peores enemigos son los utopistas de todo tipo, los que quieren el “todo o nada”. La UE es el reino de los pactos imperfectos. Es capaz de capear los retos externos; más peligroso e incierto es el riesgo de destrucción desde dentro, representado por los populismos de extrema derecha.
En su comentario, que se quiere provocador, Mariano Guindal en primer lugar plantea dudas sobre la ampliación de la UE: ¿no es cierto que quien mucho abarca aprieta poco? El principal peligro que amenaza Europa son los nacionalismos – y los países candidatos o los de reciente incorporación son fuertemente nacionalistas. Todos llevamos parte de responsabilidad en esta amenaza de deterioro: miramos a Europa con una actitud extractiva: queremos que Europa “pague nuestras deudas” sin que nos cueste nada. España destaca en esto: nuestra deuda pública está creciendo desmesuradamente, más que en los demás países de la UE. Antes de admitir nuevos países – en los que no se puede ignorar un elevado nivel de corrupción - ¿no será prudente reforzar primero nuestros propios patrones de funcionamiento interno?
Mariano Guindal
Otra pregunta de Guindal se refiere a las alianzas: ¿es Estados Unidos el mejor aliado de la UE? En USA, la UE no tiene buena imagen. Europa tenía relaciones normales con sus vecinos del Este, Rusia en particular, que se han cortado brutalmente con la invasión de Ucrania, creándose un nuevo telón de acero. Pero ¿estamos seguros de que la alianza con EEUU sea la mejor opción de largo plazo? Y, por último, el comentarista pregunta: la UE ¿está aprovechando las oportunidades que nos ofrece la tecnología para seguir financiando su estado de bienestar? La política intervencionista propia de Europa representa un freno para el aumento de la productividad, posible por el avance tecnológico, y esto puede ser mortal a medio plazo para la situación económica relativa de Europa.
En el debate que se abre a continuación, varias intervenciones se refieren a la dimensión política y a la práctica permanente de acuerdos de coalición entre los grandes partidos europeos, una realidad que algunos querrían romper para ir hacia mayorías más radicales, que resultaría peligroso en el delicado equilibrio del ecosistema. El ponente afirma que la ampliación es inevitable: no tenemos derecho a rechazar a países que reúnan las condiciones geográficas y las cualidades democráticas requeridas por los tratados. Ciertamente, es necesario reformar los tratados en algunos aspectos, para que los procesos de decisión sean más flexibles y no sea necesaria la unanimidad en algunas materias.
Otros intervinientes se refieren a la competencia global y al hecho de que Estados Unidos tiene la posibilidad de reaccionar más rápidamente a los cambios geopolíticos y financieros, como se ha demostrado con las medidas proteccionistas del Inflation Reduction Act del gobierno Biden. Europa tiene que acelerar la liberalización del mercado interno si se quiere aprovechar de los aumentos de productividad que la tecnología hace posibles: no basta regular, es preciso apoyar la investigación y la creatividad empresarial digital con medidas concretas y con prácticas administrativas más ligeras y adaptables. En concreto, con la IA, se ha puesto el foco en la regulación, pero la UE debe también impulsar el crecimiento y la competitividad. Estos retos no se pueden superar sin un considerable incremento en la colaboración público-privada: por ejemplo, el sector empresarial español debería estar mucho más presente en el ámbito europeo; las normas europeas “no caen del cielo”. El problema de la deuda pública creciente no es propio de España ni de Europa, afecta también a Estados Unidos, y el riesgo de desequilibrio financiero está latente y puede hacer saltar una crisis en cualquier momento.
En todos estos temas subyace una cuestión esencial, sobre la que ya se reflexionó en el seminario anterior de la Fundación Pablo VI, y sobre la que se volverá al final del presente ciclo: ¿qué nuevos trabajos surgirán de la revolución industrial en curso? ¿Cómo se organizará la distribución de la renta en una situación donde se puede reducir sustancialmente la proporción asalariada de la población?
Frente a tantos retos e incertidumbre, algunos intervinientes se preguntan cómo construir una conciencia de pertenencia europea actualizada y reforzada. No se puede negar la realidad de las actitudes extractivas, que son deletéreas para el desarrollo de la UE. Pero también son muy reales el deseo de protección y de garantías democráticas, la atracción que ejerce la UE, un espacio de paz democrático sin precedente en la historia. “Fuera de Europa hace mucho frío”, concluye el ponente. Pero ¿sobre qué bases éticas construir una nueva conciencia europea, que no se nutra sólo de principios e ideales del pasado, sino que anime y motive la participación ciudadana? Para ello el pensamiento cristiano tiene que hacer un importante esfuerzo de reformulación, para seguir proponiendo los ideales del bien común, del destino universal de los bienes y de los límites de todo poder político.
Se recuerda al respecto que, en el marco del seminario, tendrá lugar en la Fundación Pablo VI el 23 de abril de 2024 una jornada internacional abierta al público sobre “Construcción nacional e internacionalismo en el pensamiento social cristiano: hacia una ciudadanía europea participativa”.
Listado de asistentes en la sesión del 8 de febrero de 2024
- Francisco Aldecoa Luzárraga, Catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid
- Jesús Avezuela Cárcel, director general de la Fundación Pablo VI
- Belén Becerril Atienza, profesora titular de Derecho de la Unión Europea. Universidad CEU San Pablo
- Diego Bodas Sagi. Lead Data Scientist, Mapfre
- José Luis Calvo. Cofundador, Divergir
- Jesús Conill, Catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia
- Esther de la Torre Gordaliza. Global Sustainability Area- Inclusive Growth, BBVA
- Urquiola de Palacio, presidenta saliente de la Unión Internacional de Abogados
- Raúl González Fabre. Ingeniero y filósofo, Universidad Pontificia Comillas
- Ignasi Guardans Cambó. Profesor adjunto de Análisis Político, SciencesPo, París
- Mariano Guindal, periodista
- Miguel López-Quesada Gil. Industrial
- Sara Lumbreras Sancho. Profesora Propia Adjunta - Profesora titular, U. Pontificia Comillas
- Miguel Ángel Martínez López. Ingeniero de Telecomunicación y escritor. Director de innovación en YBVR
- Julio Martínez Martínez. Exrector, Universidad Pontificia Comillas
- Javier Prades López. Rector, Universidad San Dámaso
- Juan Pablo Riesgo. Socio responsable de EY Insights y Socio de People Advisory Services, Ernst & Young
- Sergio Rodríguez López-Ros. Vicerrector de Relaciones Institucionales, Universidad Abat Oliva CEU
- Gloria Sánchez Soriano. Vicepresidente - Relaciones Institucionales y Políticas Públicas, Grupo Santander. En secondment en el Institute of International Finance
- Domingo Sugranyes Bickel, director del seminario de ética socioeconómica, Fundación Pablo VI
- Francesc Torralba, catedrático de Ética de la Universidad Ramon Llull
- Fabián Torres Suárez. Decano, Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid