16/06/2025
Presentación de libro
Cosas que he aprendido de gente interesante. Filosofía, política y religión

Fiesta de San Pablo VI: una llamada a abrirse a las urgencias del mundo moderno
En medio de tantos acontecimientos como hemos celebrado en estas últimas semanas, tanto como Iglesia universal (muerte del Papa Francisco y comienzo del pontificado de León XIV) como Fundación Pablo VI (hace dos días se concedían los premios “Populorum progressio”), todo nos hace vivir un momento histórico que recordaremos siempre.
El Pontificado de León XIV tiene la intención de actualizar el pensamiento de León XIII, tan importante para la historia y la memoria de esta Fundación. De hecho, la Fundación Pablo VI ha construido su historia sobre los cimientos del Instituto Social León XIII. Todas nuestras instalaciones están nominadas con la historia y el pensamiento de los pontífices que propusieron la Doctrina Social de la Iglesia. Ellos nos han aportado “alma” en un mundo complejo, “desanimado” algunas veces.
Ahora bien, nuestra vinculación más directa es con el papa San Pablo VI. Dicha vinculación tiene un reto: saber integrar lo antiguo y lo nuevo, y, sobre todo, saber responder a los desafíos que en cada momento nos presenta la vida, creando un mundo de nuevas respuestas. Sin perder la línea de continuidad, se trata de acoger las preguntas y necesidades nuevas que nos surgen tanto en el plano académico, residencial, como creadores de pensamiento y, en todo caso, como servidores de los demás.
Pablo VI tenía en su pensamiento los problemas de las sociedades avanzadas. Hizo comprender la importancia de lo político en la vida de las personas. Tomó posición sobre todo ante los retos de la modernidad y de la pobreza. Con ello, debemos evitar abandonarnos a la ideología de lo virtual, al culto de lo tecnocrático. Por eso las relaciones humanas, el “calor humano” de las relaciones personales, la aproximación a la realidad de las personas y de sus dificultades siempre será un componente fundamental de nuestro trabajo institucional. Es un esfuerzo de sanación y el mejor antídoto ante la tentación de la indolencia y de la indiferencia que provoca el mundo frio de lo tecnocrático.
En este acercamiento a la modernidad, Pablo VI captó la necesidad y la urgencia de “salir”, de proponer, de abrirse a las nuevas realidades del mundo moderno: las artes, el papel de la mujer, el “aggiornamento” de la Iglesia (se da un cambio en su modo de presentarse ante el mundo), la responsabilidad y el compromiso de los cristianos en la política. Esta ha sido la trayectoria herreriana que dio consistencia al Colegio Mayor Pío XII desde sus orígenes, siguiendo los pasos de Pablo VI y este fue el camino emprendido por el Concilio Vaticano II.
Pablo VI, especialmente en una Carta breve pero muy significativa para entender nuestro momento histórico e institucional (Octogésima adveniens,1971), se esforzó por comprender los nuevos fenómenos sociales: de manera explícita cita los problemas de los jóvenes, del papel de la mujer en la sociedad, de los nuevos “pobres”, los discapacitados, los ancianos…No olvida los problemas que plantean las situaciones de los trabajadores, de los emigrantes, de los medios de comunicación, del medio ambiente, el consumismo, la soledad, las nuevas marginaciones.
“En medio de las perturbaciones e incertidumbres de la hora presente, la Iglesia tiene un mensaje específico que proclamar, tiene que prestar apoyo a los hombres y mujeres en sus esfuerzos por tomar en sus manos y orientar su futuro” (nº 5)
Pablo VI tuvo una actitud clara de apertura y deseo de colaboración con los que gestionan la vida pública (muy seguido por Angel Herrera, creador de la Fundación Pablo VI). En aquel contexto heredero de Mayo del 68, invita a encontrar en la democracia soluciones nuevas ante un clima político, como el actual, que el filósofo Michael Sandel (en su obra La tiranía del mérito,2020 ) ha calificado como el síntoma de un descontento generalizado que surge de la política en todo el mundo.
Pablo VI estaba convencido de que las realidades humanas se cambian mediante el compromiso y el diálogo con los distintos, incluso con los que tienen una visión confrontada (su compromiso llegaba hasta ofrecer la vida por los otros, como así lo propuso estando dispuesto a cambiar su vida por la de Aldo Moro, secuestrado por el terrorismo de su tiempo). Esta actitud sobre el diálogo ha sido santo y seña del Papa Francisco y ya lo ha anunciado también León XIV: es necesario para la sociedad tender puentes. En una sociedad en la que se rompen tantos vínculos, tan polarizada en todos sus ámbitos, la propuesta de tender puentes es una propuesta valiente, coherente y comprometida. Pues no se trata sólo de poner un espacio para que surja el diálogo, que también; se trata de considerar a los otros como parte necesaria, se trata de construir con los otros nuevas respuestas a nuestros problemas, entendiendo que la paz no equivale necesariamente a la coincidencia en las opiniones. La Fundación siempre ha buscado este encuentro (o lo ha intentado) entre los distintos agentes y visiones sociales (a veces incluso con el riesgo de sufrir incomprensiones).
En esta línea de tender puentes, es una aspiración muy actual el poder lograr la paz en el mundo. Tenemos grandes conflictos que están atados a nuestra vida queramos o no: la guerra de Ucrania, el conflicto de Israel en el territorio de Gaza, y otros conflictos no tan presentes en los medios pero que están basados en la violencia y en la pobreza de millones de personas. Para Pablo VI los problemas de la paz eran problemas de primer orden, como ahora, como ha expresado León XIV. Surge el riesgo de que se alimente de nuevo la diferencia entre los pueblos, entre los grupos sociales, entre los de una región y otra, los de un color de la piel u otra, los que tienen trabajo o no, que tienen vivienda o no. Necesitamos acortar las distancias entre los pueblos y entre las personas. El mundo conceptual de Pablo VI era todo lo contrario: el intercambio, el dialogo, la industrialización. Pablo VI vio en sus numerosos viajes que la humanidad tiene que responder al reto de la pobreza, no sólo de la pobreza económica, ante todo de la pobreza humana, la pobreza del conocimiento, la pobreza de tener lo necesario para vivir dignamente: la vivienda, el trabajo, el tener algo propio, el reconocimiento de derechos, el poseer los valores religiosos.
Ahora que hemos vivido la concesión del premio Populorum progressio se ha actualizado la importancia del desarrollo personal y social. Nos preguntamos qué podemos hacer como Fundación ante los retos que estamos viviendo. Nuestra misión, tal como se propuso en aquel tiempo de Pablo VI, es ofrecer acciones que dignifiquen al ser humano, que liberen a las personas de sus pobrezas intelectuales, políticas, culturares. Estamos en la Fundación, creada por Angel Herrera y dedicada a Pablo VI. Los dos tuvieron un interés muy marcado por los objetivos y las necesidades de la vida internacional frente a posturas de intereses nacionales. El reto de la modernidad y de los nacionalismos son los dos focos de atención de nuestro tiempo. Poder contribuir a una sociedad más respetuosa, más colaboradora, más creativa y más abierta es un verdadero reto moral que por ahora no está abordando con valentía ni la política ni la economía. Más bien buscamos protegernos (si se pudiera decir así “arancelarnos”). Sin embargo, como afirmaba Pablo VI en la Carta citada, estamos citados para fomentar el diálogo con los demás en orden a llegar a compromisos y a alcanzar las trasformaciones sociales y humanas necesarias. Todos los que hoy celebramos esta fiesta estamos llamados como Fundación a poner en marcha esta tarea.
Fernando Fuentes
Subdirector de la Fundación Pablo VI