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Conclusiones del II Seminario sobre ecología integral

Prioridades medioambientales: agua y energía ¿qué futuro?

Conferencia Episcopal Española
Secretariado de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

 

Convocados por la Conferencia Episcopal (Comisión de Pastoral Social), el 9 de junio se celebró el II Seminario de ecología integral en la Sede de la Fundación Pablo VI (Madrid). Se reunió un grupo (28 participantes) formado por expertos, académicos, políticos, empresas, periodistas, obispos de la Comisión de Pastoral social de la Conferencia Episcopal Española, asociaciones y ONGs, a los que acompañaron instituciones eclesiales que ya tienen un compromiso activo en la ecología integral (Cáritas, Confer, Manos Unidas, REDES…). El objetivo del Seminario se centró en estudiar los retos y las prioridades que plantean tanto el agua como la energía en el contexto actual. Analizar su situación global y local (España); analizar las causas económicas y políticas que influyen en su gestión y desarrollo; y lograr una valoración y propuestas de prioridades medioambientales a partir de la encíclica del Papa Francisco Laudato si.

Se partió de las exposiciones de los expertos: Pablo Anguita (Universidad Rey Juan Carlos), Pedro Arrojo (Fundación Nueva Cultura del Agua) y María Isabel Cuenca (Ingeniero Industrial). Y se llegaron a las siguientes conclusiones:

 

I.- Retos ambientales globales

1. Todo sistema económico está inserto en un ecosistema vivo que nutre de riquezas a la actividad humana pero que tiene una capacidad finita. Y en ese círculo macroeconómico en el que estamos insertos, basado en la producción-consumo-producción, se está ejerciendo una fuerte presión sobre los Recursos Naturales. Por eso la transición ecológica exige volver a un sistema económico que nos permita vivir dentro de una producción sostenible que minimice los impactos a los que sometemos al medioambiente. No podremos afrontar los actuales retos ambientales si no cambiamos el paradigma económico actual. Necesitamos cambiar la lógica del “tener más” por la de “tener lo suficiente”. Los economistas deben transitar hacia otros paradigmas que nos vuelvan a conectar con nuestros antepasados y lógicas de una economía diferente.

2. Las soluciones ambientales necesitan colaboración entre diferentes actores: contar con los pueblos que habitan los diferentes ecosistemas, los gobiernos, las empresas…

3. Hay que aprovechar las agendas políticas globales: ODS y Acuerdo de París porque son expresión de programas comunes de la humanidad.

4. La solución de los graves problemas medioambientales requiere soluciones urgentes, ya que el consenso científico señala la cercanía a los límites sostenibles del planeta.

5. La solución de los problemas medioambientales es una obligación ética de quienes tenemos las capacidades de hacerlo frente a los colectivos que no la tienen: los vulnerables con los que compartimos el planeta y las futuras generaciones que no pueden solucionar los problemas que heredan de nosotros. 

 

II. Prioridades medioambientales: el agua y la energía

6. Priorizar el valor del agua como bien público, es decir, priorizar la política del agua. Existen muchas personas vulnerables que no están en el interés ni de lo público ni de lo privado.

7. Dar importancia a las políticas de demanda más que a la gestión de oferta.

8. Es preciso acabar con la super-explotación de los acuíferos.

9. El mercado no debe ser el actor principal en cuestiones que no le pertenecen, como es la justicia y la salud.

10. Los nuevos modelos de gestión dentro de la comunidad económica europea deben construirse desde la sostenibilidad, la gestión ambiental, la gobernanza democrática.

11. Muchos problemas locales requieren soluciones locales.

12. El modelo de producción y consumo energético es insostenible. Hay que descarbonizar el modelo energético tanto en producción como en consumo.   En producción de energía eléctrica las renovables deben desplazar a la producción con combustibles fósiles. En consumo hay que mejorar la eficiencia energética en la industria, el sector residencial y el transporte, mejorando los aislamientos y desplazando las aplicaciones que usan combustibles fósiles (sobre todo en transporte) por el uso de aplicaciones que utilizan la electricidad.  Las buenas noticias son que las tecnologías de bajas emisiones (renovables, vehículos eléctricos, iluminaciones y calefacciones eficientes, etc, se han hecho muy competitivas y el coste de la transición energética no debería representar un problema. Antes lo contrario: un enfoque integral de la transición energética debe plantearse como lleno de oportunidades económicas y de empleo en un contexto de economía verde.

13. Hay una dificultad de acceso a fuentes de energía: el 87% de la población rural mundial no tiene acceso a la electricidad y 3.000 millones de personas en el mundo no tienen acceso a tecnología y energía sanas. La concreción de su derecho a desarrollarse debe hacerse con formas sostenibles de energía, que no presionen aún más la estabilidad del planeta, por lo que habrá que aportarles las adecuadas transferencias económicas y tecnológicas para que su desarrollo no se base en fuentes no renovables-.

14. Se produce erosión del terreno por el uso de determinadas fuentes de energía, como la madera. 2.800 millones de personas dependen de la biomasa. Se producen muertes prematuras relacionadas con ese consumo.

15. La falta de acceso a una energía limpia y sostenible determina muchos aspectos de la vida humana y de su desarrollo: condiciones de vida, salud, género o educación.

16. Las políticas de empresas y gobiernos débiles tienen incidencia en el medio rural: propiedad de los terrenos, exclusión de la población en las decisiones sobre desarrollos de grandes infraestructuras energéticas, falta de participación personal. Es un asunto transversal para el desarrollo.

17. Hay soluciones para poder cambiar estas tendencias y conseguir acceso a la energía limpia, renovable y sostenible. Las energías renovables son fuentes de energía continua e inagotables: así sucede con la cogeneración y las tecnologías biomasa (elimina residuos y es no contaminante). La solar (calor /fotovoltaica), es barata y transforma muy directamente la vida de las comunidades en las que se instala. Se logra una alta calidad de la energía, tiene bajo precio y mantenimiento y es accesible de manera generalizada. La energía eólica está menos presente en la producción, pero cubre la demanda.

18. El papel del ciudadano es clave para producir el cambio de modelo de producción y consumo, ya que con sus actuaciones individuales (como comprador de bienes y servicios, como votante, como trabajador, como funcionario, como directivo en una empresa, como legislador, etc) hará que las Administraciones establezcan marcos sostenibles alineados con la agenda social, y las empresas alineen sus estrategias hacia la sostenibilidad.

19. Urge la adopción de medidas contra el cambio climático, utilizando a todos los agentes implicados (fiscales, innovación, políticas, normativas, financieras, concienciación...).

 

Cuestiones a tener en cuenta para unas buenas políticas sobre energía, apelando al compromiso o implicación personal:

  1. El consumidor tiene derecho a decidir. El autoconsumo es un derecho, no una opción.

  2. Se deben dar cambios que sean sostenibles – justos - eficientes.

  3. Hay costes no reflejados (externalidades) en el precio de la energía pero que realmente se están produciendo (problemas de salud y mortalidad, pérdidas de modelos de negocio e infraestructuras por fenómenos extremos, pérdidas de biodiversidad, aumento de enfermedades que se pensaban erradicadas, etc) por el efecto del uso de los combustibles fósiles en producción y consumo.   

  4. Es necesaria la descarbonización de la economía, tanto en producción como en consumo. Debe verse no como un riesgo, sino llena de oportunidades, como por ejemplo en el uso de las energías renovables, políticas de ahorro y eficiencia energética, vehículos (tren, autobuses, barcos) que utilicen la electricidad, etc. Esta evolución solo puede hacerse con alianzas y colaboraciones.

  5. Es necesaria la eficiencia energética en los edificios.

  6. El sistema energético español requiere cambios, en los que deben intervenir no sólo las empresas eléctricas, las  autoridades políticas y administrativas, también el consumidor.

  7. La electricidad puede llegar a todos, el acceso es posible.

  8. El ahorro es un problema cultural y existen diversos métodos sobre los que podemos intervenir: incentivos tarifarios, soberanía de la población, descentralización del uso de la energía.

  9. En todos los temas medioambientales (agua, lucha contra el cambio climático y la transición energética) es clave la participación ciudadana, por lo que, aparte de disponer de adecuadas políticas, son muy importante las acciones de concienciación y formación.

 

Algunas consecuencias éticas que se extraen de la aportación de los expertos:

1. El desafío es enorme, pero hay esperanza. Una esperanza que hay que alimentar actuando desde el poder de la ciudadanía y donde valores como la justicia social, la solidaridad, la democracia global y los derechos globales deben ser incorporados en la transición ecológica y tecnológica que los problemas medioambientales requieren.

2. Fomentar la educación para el bien común y aprender a gestionar no solo lo privado sino el bien común. Para ello son necesarios los educadores ambientales.

3. Es necesario transitar hacia una conversión ecológica individual y colectiva que dé valor a los bienes de la naturaleza. Un valor no tanto monetario sino más bien espiritual. Cambiando nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza. Reorientando nuestro deseo individual de consumo y potenciando el valor de lo comunitario.

4. La comunidad demanda conectar culturas indígenas con programas que aseguren la dignidad humana.

5. Se constata que los problemas medioambientales afectan más negativamente a los pobres.

6. Las personas son parte fundamental de las opciones sobre energía, para una buena política energética han de tenerse en cuenta también los costes sociales.

7. Finalmente, nos parece necesaria la implicación de la Iglesia, Conferencia Episcopal, de las comunidades cristianas, parroquias, asociaciones, y la colaboración con otras confesiones religiosas con el fin de llevar a la práctica las orientaciones del documento del papa Francisco “Laudato si”.

 




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